No es un Simple Manicomio Adaptada de “Nadie Puede Saberlo” de Enrique Bunster, chileno

06.02.2020

Personajes:

González

Domínguez

Bermúdez

Fernández

María Antonieta

Parraguez

Benitez

Fifí

Dr. Pelaez

Enfermera


La escena se presenta en una clínica psiquiátrica. Hay un gran y cómodo sofá, un par de sillas, retratos de Napoleón, Dalí y otros locos célebres.

Ingresa Domínguez vestido de modesto periodista con una libreta en la mano y un pequeño maletín. Mientras suena la música se pasea por el salón observando los cuadros y la sala. Toma uno e intenta sacarle la tierra, pero se le resbala y se cae. Justo cuando ingresa González con delantal blanco, trata de aparentar normalidad.

González: Buenas Tardes.

Dominguez: Buenas Tardes.

González: ¿Ya lo han atendido a usted?

Dominguez: No, todavía no. Acabo de llegar.

González: ¿Le puedo ofrecer una tacita de café?

Domínguez: No, gracias. Tengo úlceras.

González: ¿Un juguito de arándano?

Dominguez: No, estoy bien.

González: ¿Un vaso de agua?

Dominguez: No se preocupe, solo quiero realizar la entrevista.

González: ¿Al vaso de agua?

Domínguez: No, he venido a hacer un reportaje sobre las denominadas "Casas de Locos", las clínicas psiquiátricas, usted sabe. Quisiera mostrar a los lectores de nuestro prestigioso diario cómo es en realidad la vida al interior de estas casas.

González: Ah (comienza a examinar de pies a cabeza a Dominguez) Usted es periodista.

Dominguez: Dominguez para servirle (le estrecha la mano)

González: González, hombre de poca fe, ¿no le gustaría una tacita de café?

Domínguez: No, gracias, ya le dije que tengo úlceras gástricas.

González: ¡Qué pena!

Dominguez: Sí, las he tenido desde que estaba en la universidad. Demasiado estrés.

González: No, qué pena, ¿Supo usted que el hombre llegó a la luna?

Dominguez: (Extrañado) Pero eso hace mucho tiempo atrás.

González: Es una pena. Imagínese... El Hombre en la Luna. Debe estar muy solo el pobrecito, ¿no cree?. Eso sí que es para un titular en su diario. (Se queda pensativo) No se preocupe, iré a buscar a alguien que le atienda. Espéreme un momento.

(Se retira González presuroso. Al darse vuelta se nota que su delantal esta abierto y se ve su espalda. Intenta irse por una puerta, pero está cerrada, trata de salir por el público, pero ante eso pide disculpas, finalmente sale por donde entró. Domínguez lo observa sorprendido.)

Domínguez: (aparte) ¡Qué extraño doctor! (Nuevamente se pasea por la clínica. Se sienta en el sillón, pero se hunde demasiado. Mientras trata de librarse ingresa Bermúdez)

Bermúdez: (Muy carismático) ¡Caballero! ¿Ha tenido usted que esperar demasiado?

Dominguez: No nada, recién estaba hablando con un colega suyo...

Bermúdez: (lo interrumpe) ¿Y ya le han ofrecido una tacita de café?

Domínguez: No, sí, en realidad su colega me atendió, pero luego él se fue y...

Bermúdez: ¡Qué poco corteses son los inquilinos de este fundo! Pero, está seguro que no le han ofrecido algo para soportar la espera. ¿Una tacita de café? ¿Un juguito de arándano? ¿Un vasito de agua?

Dominguez: Sí, en realidad yo he venido por la entrevista.

Bermúdez: ¡La entrevista! ¡La entrevista! ¿Y me va a entrevistar a mí? (emocionado)

Dominguez: No, bueno sí, he venido a hacer un reportaje sobre su clínica psiquiátrica.

Bermúdez: Pero que espectacular hombre (lo abraza). No sabía yo que era tan, pero tan famoso.

Domínguez: ¿Y dígame? ¿Cuál es su nombre?

Bermúdez: Cristóbal.

Domínguez: (Saca su libreta y comienza a anotar) Cristóbal, ¿cuánto?

Bermúdez: Cristóbal... Colón. Genovés de nacimiento (Comienza a hablar como español) Es que yo estoy seguro, pero seguro majo que la tierra es redonda. Redonda como una naranja, como una melón, como un arándano. ¿No gustaríais un juguito de arándano?

Domínguez: No, gracias.

Bermúdez: Pero hombre, la espera es muy larga, ¿una tacita de café? Bueno, el mejor café es americano y como aún no lo he descubierto, no podría ofreceros, pero de todas formas (comienza a hablar solo apartándose) un vasito de agua pura y fresca de la noria. Joder, esta Reina Isabel que me tiene partido los cojones, pues no me quiere recibir. Y os aseguro, pero yo os aseguro, que la ruta más rápida a las Indias Orientales es hacia el Este. (Se exalta y queda mirando por la ventana que da al jardín. Ingresa Fernández)

Fernandez: ¿Ya lo han atendido a usted?

Dominguez: No, bueno, sí. (Apresurado, un tanto nervioso) Dominguez, para servirle (le estrecha la mano)

Fernández: Veo que ya ha conocido a nuestro Cristóbal Colón criollo.

Dominguez. Creo que sí.

Fernandez: En realidad, su nombre es Bermúdez. Es nuestro paciente desde hace tres años. Todos los días descubre América. América en realidad es el jardín. Si no logra descubrirlo, en realidad, queda como se dice "la grande", desordena a los demás internos y arma un escándalo de proporciones. Por suerte hoy, en realidad, ha logrado descubrirla.

Dominguez: Veo que la actividad en esta clínica es muy, pero muy agitada.

Fernández: Efectivamente. En realidad, todos los días son distintos. ¿Clínica me dijo usted?

Dominguez: Si, yo soy periodista. Y mi periódico me ha encargado realizar un reportaje sobre las llamadas "Casas de locos".

Fernández: ¿Locos me ha dicho usted? Aquí no hay ningún loco. Son pacientes. Aunque también hay impacientes. Y créame, esos sí que son unos locos. ¿Le voy a buscar uno? Diga que sí.

Dominguez: No, la verdad es que quisiera hablar con algún doctor.

Fernández: Diga que sí, ¿qué le cuesta? Conozco a un tal Pérez que es el más impaciente de todos.

Dominguez: Esta bien (hastiado)

Fernández: No se mueva de aquí. (Sale corriendo como un avión)

Dominguez: Parece que en esta clínica están todos locos. (Piensa) Claro si es una clínica psiquiátrica. Tanto estrés ya me hizo volver este tic (mueve el hombro como un tic nervioso. Entra María Antonieta vestida con una bata.)

(Música: ______________________________________________________)

María Antonieta: Galante caballero, ¿sería usted tan amable de decirme la hora?

Dominguez: Claro, son las 9:45.

María Antonieta: Gracias joven. María Antonieta, un gusto.

Dominguez: Dominguez, un gusto también. (Ella se pasea alrededor de él y de pronto se saca la bata, queda con un vestido sexy) Sabe que joven: tengo un dolorcito por acá por el cuello, ¿Sería usted tan amable de darme un pequeño masaje? Es que me duele tanto.

Domínguez: La verdad es que estoy esperando ser atendido por el encargado. (Dice tratando de desentenderse).

María Antonieta: Pero el doctor Peláez va a tardar en llegar. Está tratando de controlar a Fifí.

Domínguez: ¿Quién es Fifí? (Saca su libreta)

María Antonieta: Fifí es el loco más loco de todos los locos que están aquí. Si llega a escaparse sería terrible. (Toma del brazo a Dominguez y lo lleva al centro del escenario) Fíjese que la última vez que se escapó se comió a tres internos. Y uno no le cayó muy bien al estómago. Era diabético parece. Y, ¿qué me dice? Un masajito aquí en el cuellito.

Dominguez: No debería... pero la espera... ha sido muy larga (Comienza a hacer el masaje)

María Antonieta: uuyyy, qué rico. ¿Es usted soltero?

Dominguez: Sí.

María Antonieta: ¿Y tiene usted mucho dinero?

Dominguez: ¿Dinero? No. (Se aleja ella rápidamente)

María Antonieta: ¿No era usted un conde dueño del Reino de Austria y Salsburgo?

Dominguez: No, solo soy dueño de mi motoneta y de mi libreta.

María Antonieta: ¡Guardias! ¡Guardias! (Aparecen Parraguez y Benítez) ¡Llévese a este plebeyo a los calabozos)

Domínguez: (inquietándose) Disculpe señorita...

Maria Antonieta: María Antonieta.

Dominguez: Señorita María Antonieta...

María Antonieta: Señora.

Dominguez: Señora María Antonieta, yo solo estoy aquí para hablar con el encargado de la clínica. Vengo a hacer un reportaje sobre la vida aquí adentro. Soy periodista ve, aquí esta mi libreta y mi credencial.

María Antonieta: ¡Guardias! ¡Retírense! (Se van) O sea que usted es periodista... (piensa) Y ¿podría usted hacer un reportaje sobre mí? Sabe que desde hace tiempo que estoy tan sola. Mi marido el pobre (le habla al oído, Dominguez asiente)

Dominguez: ¿En serio? No me diga.

María Antonieta: Y además mi marido (le habla al oído, Dominguez niega)

Dominguez: Por eso que usted está tan exaltada, y tan nerviosa.

María Antonieta: Sí, y yo que soy tan vital, tan llena de energía. Usted podría hacerme un reportaje y enviarme directo a Broadway o a la Piojera.

(Comienza a sonar la canción "Fiesta" de Rafaela Carrá. Ella baila y canta junto a los chicos que son Parraguez, Benítez, Fernández y González, finalmente la toman en brazos y salen de escena)

Dominguez: ¡Uff! Dios mío, ¿dónde me he venido a meter? Ahora me ha vuelto este tiritón de mano que tenía de niño (muestra la mano que le tirita) (Ingresan Parraguez y Benítez vestidos con batas)

Parraguez: Ha tenido usted que esperar mucho.

Benítez: ¿No lo han atendido a usted todavía?

Dominguez: No, o sea sí, han hablado conmigo, pero no me han atendido.

Parraguez: Y ¿no le han ofrecido un cafecito?

Benítez: Ni siquiera un juguito de arándano ¡Qué desconsiderados! ¿Que desea usted?

Dominguez: Quiero hacer un reportaje sobre esta clínica psiquiátrica.

Parraguez: ¿Cuál clínica psiquiátrica?

Dominguez: Esta clínica. Según muchos entendidos, ésta es una de las mejores clínicas del país. La mayor parte de sus enfermos logra curarse.

Benítez: Como usted diga, pero ésta no es una simple clínica.

Parraguez: No es un simple manicomio

Benítez: No es un simple manicomio.

Parraguez: No es un simple manicomio.

Benítez: No es un simple manicomio.

Dominguez: ¿Y qué es entonces?

Parraguez: ¡Es una nave espacial! (Suena la marcha imperial. Toman dos escobas y comienzan a luchar entre sí simulando la escena de Star Wars)

Benítez: Obi Wan Kenobi nunca te dijo realmente quién era tu padre.

Parraguez: (derrotado) No, no me lo dijo.

Benítez: Luke Parraguez: Yo soy tu padre.

Parraguez: ¡Noooooooo! (Sale corriendo simulando que cae)

Dominguez: ¡Dios mío! Estos sí que están locos. Tanta espada láser me volvió el movimiento de cejas que tenía de niño. (Hace el gesto repetitivo. Ingresa González un poco exaltado)

González: ¡Señor periodista! Tengo una lamentable noticia que comunicarle.

Dominguez: ¿Qué sucede?

González: No va a poder realizar su reportaje.

Dominguez: ¿Por qué?

González: (Al público) Se ha escapado Fifí.

Dominguez: Pero eso quizás es bueno, así podré hacer un reportaje más completo, y ¿quién sabe si hay algo de acción? Usted sabe que a la gente le gusta leer noticias que tenga algo de sangre, de terror, de locura, de...

González: Pero es que usted no entiende. Cuando se escapa Fifí, no queda nadie vivo. Y si no está vivo, ¿cómo a poder escribir su reportaje?

Dominguez: Me defenderé, me esconderé aquí a esperar lo que pasa (se ubica tras el sillón)

González: ¡No! Ese es su sillón favorito. Viene aquí en las noches a ver su programa favorito. "La Doña" Y quiere que le confiese algo: la secuestró y se la comió..

Dominguez: No, no lo creo.

González: Además secuestró a Matute Johns, es amigo de Gadaffi y se le ocurrió la idea del Transantiago. (Ingresa Bermúdez)

Bermúdez: Joder, me han informado que ha llegado a las Indias Orientales esa bestia del Fifí. Gilipollas, estamos jodidos. Hasta aquí no más llegó esta conquista. (Ingresa Fernández)

Fernández: Estaba adentro cargando bencina cuando me dijeron (hace sonidos de moto) que Fifí había escapado. ¡Esto es terrible! (Ingresa María Antonieta)

María Antonieta: Su Majestad, mi rey, mi príncipe, alguien, alguien que me ayude, ¡Fifí ha escapado! Y viene para acá. Necesito un macho recio que me proteja. Ustedes están todos rayados. Este se cree Cristóbal Colón, este otro es una moto y éste se cree periodista.

Dominguez: No se equivoque señorita.

María Antonieta: Señora.

Dominguez: Yo "soy" periodista.

María Antonieta: Eso dicen todos. Se creen cuerdos, cuando están más rayados que paradero del Transantiago.

Fernández: La única forma de calmar a Fifí es tocándole su canción favorita.

Domínguez: ¿Y cuál es su canción favorita?

Fernández: Pero no tenemos donde tocarla.

María Antonieta: Si al parcito de guerreros interestelares Luke Parraguez y Benítez Vader no se les hubiese ocurrido que el tocadiscos era un platillo volador.

Domínguez: Disculpen, ¿cuál es su canción favorita?

María Antonieta: Si al iluso de Cristóbal Colón no le hubiese dado por desarmar la vitrola pensando que era un timón.

Fernández: Si al menos nos supiéramos esa canción.

Domínguez: Disculpen, quizás yo pueda ayudarlos, ¿de qué canción se trata? (Se escucha un grito ensordecedor, se abrazan entre sí)

Bermúdez: Estamos jodidos. (Aparece Fifí caminando lentamente. Es pequeña, pero trae una expresión desviada)

Fifí: Buenas tardes estimados. Esta mañana, ¡tengo hambre! ¡Mucha hambre! Y me los comeré uno a uno a todos ustedes, ¡aaahhhh!

Todos: ¡Noooooo!

María Antonieta: La única forma de evitarlo es cantarle y bailarle su canción favorita.

Domínguez: ¿Y cómo es?

Fifí: Voy a comenzar por... Fernández, el hombre avión.

Fernández: ¡Noooo! (Huye perseguido por Fifí y cada vez que sale viene primero con un brazo menos) Fifí me comiste un ala. (Luego el otro) Fifí me comiste la otra ala, (Luego cojea y finalmente corre sin su cabeza)

María Antonieta: La canción es algo así como: tananá nananananá, tananá nananananá.

Dominguez: ¡Yo me la sé! tananá nananananá, tananá nananananá. (Comienza la música de "Joe Cocker" y Dominguez empieza a moverse bailando, Fifí se detiene y observa maravillada. Todos ven a Dominguez bailar, se sube a una mesa y comienza a sacarse la ropa, hasta quedar solo en calzoncillos largos, los pantalones abajo y la corbata en la cabeza. Ingresa el Doctor Peláez con la enfermera, la música cesa abruptamente)

Dr. Peláez: ¡Qué significa esto! (Pausa) ¡Cómo es posible que no puedan quedarse un momento solos sin que se arme un escándalo! (A Domínguez) Y, ¿usted qué hace ahí arriba? ¿Cómo se le ocurre estar exhibiéndose así, súbase los pantalones? Enfermera, súbale los pantalones y llévelo a su habitación.

Enfermera: De inmediato Doctor.

Domínguez: Disculpe Doctor, con usted justamente quería hablar. Parece que ha habido un malentendido. Yo soy periodista y vengo desde afuera, ¿usted entiende?

Dr. Peláez: Sí, sí. Enfermera, acompañe al señor "periodista" a su habitación.

Domínguez: Doctor, Doctor, en verdad yo no soy paciente, vengo desde el periódico...

Enfermera: Ya, ya señor periodista, vamos a ir a la habitación tranquilamente sin hacer problemas porque o si no vamos a tener que usar la camisa de fuerza.

Domínguez: Pero es que usted no entiende, yo vengo desde afuera, no soy paciente. Mi nombre es Domínguez y he venido a hacer un reportaje desde el periódico...

Dr. Peláez: Ve. No sabe ni siquiera el nombre del periódico.

Domínguez: Sí lo sé. (Comienza a ponerse violento) Yo no estoy loco.

Enfermera: Fernández, conviértase en ambulancia.

Fernández: A su orden señorita (aúlla)

Enfermera: Y ustedes Parraguez y Benítez, conviértanse en Guardias Imperiales Camilleros y ayúdenme a llevar a este paciente a su habitación.

Parraguez y Benitez: Yes, my master.

Domínguez: Pero yo no estoy loco (se logra liberar) Sube a la silla. Como que de repente me han dado ganas de aplaudir, de saltar, de moverme. No puedo controlarlo es más fuerte que yo.

Enfermera: Parece que vamos a necesitar la camisa de fuerza. Bermúdez, tráigala por favor.

Bermúdez: Vuestros deseos son órdenes para mí, dama. (sale y vuelve con la camisa)

Domínguez: Y saltar y gritar ¡aaahh! No les pasa a ustedes. Pero les insisto: ¡Yo vengo desde afuera! (Los sujetan y le ponen la camisa de fuerza mientras hace sus tics nerviosos) No debería haber venido. Aquí están todos locos. (Se lo llevan)

Dr. Peláez: (a la enfermera) Pobre jovencito. Su familia lo trajo ayer. Se cree periodista.

Enfermera: Cada loco con su tema.

Dr. Peláez: Sí enfermera, así es esta profesión. Un desafío día a día. ¿Nos vamos?

Enfermera: Por supuesto, cuando usted me diga.

Dr. Peláez: Ahora mismo (Sube "al apa" de la enfermera, observa al público) ¡Arre yegua! (La enfermera relincha) ¡Adiós! (Salen) Telón

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