La tumultuosa vida de Pablo. Tragedia en tres trazos

01.02.2020

El escenario se presenta con un fondo negro sin elementos, que se irán agregando a medida que avancen los acontecimientos. Solo hay dos puertas, una a cada lado del escenario.

Personajes:


  • Pablo, protagonista. Joven común y corriente, viste de blanco.
  • Señora Pepa, madre de Pablo, adicta a las compras, viste vestido de flores.
  • Mefistófeles, diablo, vestido de riguroso traje negro y corbata roja.
  • Señor Tramoya, interpreta variados personajes (conductor de bus, vendedor de flores, estudiante, policía, etc.)
  • Alejandro, compañero que lo mete en problemas. Viste de blanco.
  • Lucila, compañera de Pablo y su eterna enamorada desapercibida. Viste de blanco.
  • Catalina, viste un vestido rojo.
  • Consuelo, viste un vestido amarillo.
  • Constanza viste un vestido violeta.
  • Querubín, matón y traficante. Viste de rojo.
  • Inspectora Soledad, viste traje verde.


(Música ambiental de inicio) (Señora Pepa, su madre, ingresa a escena. Es un poco histérica. Se para en un costado del escenario y en actitud desafiante comienza a llamarlo)

SEÑORA PEPA.- Pablo, Pablo, Pablito (ya más enojada ante su ause­­­­ncia) ¡Pablo! ¿Dónde se habrá metido este chiquillo? (aparece Pablo medio dormido)

PABLO.- ¿Sí, mamá?

SEÑORA PEPA.- Son las 7:30, otra vez vas a llegar tarde al colegio, y ni siquiera te has bañado, no has tomado desayuno, tu uniforme no está planchado, ¿hiciste tus tareas? No me digas, no me digas, ¿leíste el libro que tenías que leer? Así no vas a llegar a ninguna parte. Eres un vago. Me recuerdas a tu padre. Eres igualito. Despreocupado, con la mente siempre en las nubes. No piensas que (solloza) la vida es difícil, a mí me cuesta mucho salir adelante. A veces no tenemos dinero, y todo cuesta plata. Tu uniforme, tus cuadernos, en marzo casi nunca me alcanza y me tengo que endeudar, pedir un crédito en esos bancos que te exprimen hasta decir basta. (Vuelve a su actitud inquisidora) Y tú, parece que no te importa ¿verdad? Eres igual que tu padre, nada le importaba, por eso nos abandonó. (Pablo se ubica en el centro del escenario y como utilizando un control remoto pone "pause", su madre queda como una estatua con una cara graciosa.)

PABLO.- Ella es mi mamá. Se ve un poco histérica, pero es una gran persona. La quiero mucho, aunque siempre me esté retando y llamando la atención. Yo la comprendo. Se puso muy triste cuando mi papá se fue y eso la ha afectado. Por eso le encanta salir de compras, para eadirse, como dice ella. (Apunta con el control remoto, ella vuelve a moverse). ¡Ya voy mamá! (Pablo se calza una corbata y una chaqueta blancas) (La mamá comienza a correr de un lado para otro)

SEÑORA PEPA.- Pablo, el desayuno (le lleva un vaso de leche) Pablo, la mochila (se la lleva) Pablo la agenda (se la guarda en la mochila) Pablo, te falta algo.

PABLO.- ¿Qué mamá?

SEÑORA PEPA.- Lo más importante.

PABLO.- Ah, eso (se acerca y la besa en la mejilla)

SEÑORA PEPA.- No, con abrazo.

PABLO.- Pero mamá es tarde. (La abraza desabrido)

SEÑORA PEPA.- Cuídate Pablito en el colegio, haz todas las tareas, te quiero mucho (Pablo sale). Él es Pablito. La razón de mi vida. Lo doy todo por él. Hago todo por él. Lo único que me importa es que sea feliz, que cumpla todos sus sueños. Aunque parece que no le importa. Siempre vive en las nubes. Es demasiado soñador. Y los sueños, no siempre son buenos. (Música. Se inicia la presentación de la obra) (Aparece Pablo caminando estático en el escenario)

PRIMER ACTO

PABLO.- ¡La micro! (comienza a correr) ¡Deténgase señor conductor! ¡Se me pasó! Ahí viene otra. Se pasó también. (Se detiene) Estos señores del Transantiago no tienen respeto por los estudiantes de este país. No ven que si llego atrasado otra vez voy a quedar condicional estricto por responsabilidad. Ni siquiera dan el asiento cuando venimos cansados. (Se sienta en una especie de paradero). Ahora, de aquí a que pase la próxima, pasarán mil años. Esto es muy injusto.

MEFISTÓFELES.- Eso depende de lo que el tiempo signifique para ti.

PABLO.- ¿Quién dijo eso?

MEFISTÓFELES.- Yo, estaba escuchando lo que decías sobre la injusticia (aparece Mefistófeles dando un saltito raro, pero hablando con una voz grave y profunda) ¿Te parece que tu vida es muy injusta? ¿Estás descontento? ¿Quisieras cambiarlo todo? ¿O quisieras mandar todo al infierno? (Lo rodea) La vida es muy injusta ¿cierto? De seguro te obligan a estudiar y cumplir tus deberes como un niño bueno.

PABLO.- ¿Quién es usted?

MEFISTÓFELES.- Soy Mefistófeles. Un antiguo habitante de este mundo. Tengo todas las respuestas a todas tus preguntas. Todas las soluciones a todos tus problemas. Solo debes confiar en mí.

PABLO.- Mi mamá siempre me dice que no hable con extraños.

MEFISTÓFELES.- Está bien, pero nos volveremos a encontrar. Por ahora, te doy solamente una muestra de lo que puedes llegar a tener. (Le pasa una hoja en blanco y desaparece. Entra don Tramoya simulando manejar una micro.)

PABLO.-¿Qué es esto? (A ver la micro vacía se asombra y la detiene) ¡Una micro vacía completamente para mí!

TRAMOYA.- ¡Buenos días señor estudiante! ¿Va atrasado? No se preocupe que el motor de esta micro es tan potente que llegará a su destino en menos de lo que usted piensa. Suba. (Pablo incrédulo se ubica al lado del conductor.) Nos fuimos. (Hace el show de acelerar dando vueltas por el escenario) ¡Cuidado una abuelita! (Frena) ¿Pasamos las luces rojas y los disco Pare? Todo sea por llegar a tiempo al colegio. Mire que usted tiene que estudiar para sacar una carrera y ganar mucha plata, mucha plata. ¡Listo! Llegamos. Baje con cuidado, no se vaya a lastimar y se me cuida. Adiós. (Pablo se queda asombrado, entra Alejandro) (Música entrada Alejandro)

ALEJANDRO.- Oye que llegaste temprano hoy al colegio.

PABLO.-¿Temprano? Yo pensé que venía atrasado. (Aparece Lucila llena de libros. Está profundamente enamorada de Pablo, pero éste no la considera.)

LUCILA.- Hola Pablo, ¿cómo estás?

PABLO.- Bien ¿y tú Lucila?

LUCILA.- Muy bien, te quería hablar sobre un libro que...

PABLO.- Ahora estamos atrasados, quizás puede ser en el recreo.

ALEJANDRO.- Hola Lucila.

LUCILA.- Hola Alejandro, ¿leíste el libro que te recomendé?

ALEJANDRO.- No, no he tenido tiempo.

LUCILA.- Oye Pablo, la próxima semana va a haber una venta de libros de terror.

PABLO.- María estamos atrasados, cualquier cosa que quieras conversar, por favor, en el recreo, que ahora debemos llegar a tiempo.

LUCILA.- Está bien, solo quería saber...

ALEJANDRO.- Oye Pablito, quería pedirte un pequeño favor.

PABLO.-¿Un favor? (Pablo detiene nuevamente el tiempo y se dirige al público) Él es mi mejor amigo Alejandro. Es una buena persona, pero siempre me anda metiendo en problemas. La otra vez durante una prueba me pedía que le soplara las respuestas correctas. Como me negué, ya que la profesora estaba casi al lado mío, el muy patudo toma mi prueba y me deja la suya. Tanta mala suerte tengo que la profe se da vuelta y observa su nombre en la que era supuestamente "mi prueba". Solo me dijo: (imita su voz) Señor González, me espera al final de la clase. Y me calificó con un uno. (Vuelve a la normalidad)

ALEJANDRO.- Oye Pablito, quería pedirte un pequeño favor. (Nuevamente lo detiene, queda con una cara cómica)

PABLO.- No me vengas con esas Alejandro. ¿Te acuerdas cuando te metiste con la Nayadeth? Y tenía un pololo de cómo un metro noventa. ¿Y más encima le dijiste que si quería pegarte, te defenderías con tus amigos? ¡Y yo era tu único amigo!

ALEJANDRO.- Oye Pablito, quería pedirte un pequeño favor. ¿Por qué tienes esa cara? No importa. ¿Te acuerdas cuando te dije que un amigo mío vendía "eso"?

PABLO.- Sí, lo recuerdo.

ALEJANDRO.- Pues bien, compré un par de gramos.

PABLO.-¿Estás loco? Eso hace mal. ¿Y lo trajiste al colegio?

ALEJANDRO.- Sí, ¿me lo puedes guardar? O quizás tú Lucila.

PABLO.- No, me pillan en una más y me expulsan del colegio. Y además esta porquería es delito.

ALEJANDRO.- Ya Pablo, éntrala tú, a mí me pueden pillar (mete el paquete en su mochila y se van los tres fuera de escena. Tras ellos aparece Mefistófeles sonriendo) (Música entrada Mefistófeles.)

MEFISTÓFELES.- Ya vas a caer pequeño Pablo. Vas a cometer un pequeño error y vendrás corriendo a pedirme que te salve. Después ya no tendrás salvación. ¡Tendrás que venderme tu alma! (Sale)

(Música entrada de las Concacón) (Ingresan Catalina, Consuelo y Constanza, vienen riendo y conversando animadamente, luego se ubican en los vértices del escenario y comienza cada una su diálogo)

CATALINA.- ¿Y qué opinan de Juan Esteban? ¿Cierto que está muy buen mozo?

CONSUELO.- Sí, se parece a Justin Bieber.

CONSTANZA.- No, nada que ver. Tiene un aire como a Brad Pitt

CATALINA.- Sí, y hoy día en el casino me miró durante largo rato.

CONSUELO.- ¡Qué lindo! Vamos a tener que tirarle alguna indirecta para ver si cae.

CONSTANZA.-¡Qué lata! Se me acabó el saldo en la tarjeta.

CATALINA.- Ayer vi un vestido que está que te mueres. Era blanco, con un escote en V espectacular.

CONSUELO.- Hoy a la noche dan un programa de farándula. No me lo pierdo por nada del mundo.

CONSTANZA.- Me compré un labial ultra top, ¿se los muestro?

CATALINA.- Voy a tener que ir al gimnasio, parece que el asado del fin de semana me hizo subir el rollo ¿se nota mucho?

CONSUELO.-¡Que horror! Me salió una espinilla, que digo es un forado, un hoyo, un cráter, voy a tener que echarme mucha base.

CONSTANZA.- El profe dijo que había que leer un libro así de guatón. Mejor me bajo el resumen de Internet.

CATALINA.-¡Ay! Si estudiar no sirve para nada. Después te buscas un tipo con plata: un abogado, un médico o un ingeniero, y asunto solucionado.

CONSUELO.- Pero, que no sea feo.

CONSTANZA.- Me cargan los feos.

CONSUELO.- Son un horror los feos.

CONSTANZA.- No hay nada peor en el mundo que los feos.

CATALINA.- A mi no me importa que sea feo, con tal que tenga plata.

CONSTANZA.- Pero los feos no son ni un brillo.

CONSUELO.- Ah, pero te buscas un amante rico.

CATALINA.- Y musculoso.

CONSUELO.- Y que se parezca a Justin Bieber.

CONSTANZA.- Mira, hablando de feos.

(Aparecen apurados Alejandro y Pablo. Ellas continúan hablando pero en mutis. Miran de reojo a los escolares vestidos pulcramente que se detienen al centro del escenario y las observan. María viene tras ellos, de pronto todos se quedan estáticos y ella comienza su monólogo). (Música inicio monólogo)

LUCILA.- Si yo te odiara, mi odio te daría

en las palabras, rotundo y seguro;

pero te amo y mi amor no se confía

a este hablar de los hombres, tan oscuro.

Tú lo quisieras vuelto en alarido,

y viene de tan hondo que ha deshecho

su quemante raudal, desfallecido,

antes de la garganta, antes del pecho.

Estoy lo mismo que estanque colmado

y te parezco un surtidor inerte.

¡Todo por mi callar atribulado

que es más atroz que el entrar en la muerte!

Tanto tiempo amándote en silencio Pablo, y te fijas en esas... superficiales. Todo porque son lindas. (Sale)

ALEJANDRO.- Mira compadre las Concacón

PABLO.- ¿Qué?

ALEJANDRO.- La Consuelo, la Catalina y la Constanza: las Concacón.

PABLO.-Ah, son bien lindas ellas.

ALEJANDRO.- Sí, se creen todas porque ahora están en la universidad, y salieron el año pasado recién.

PABLO.-Yo estaba enamorado de la Catalina. Hasta soñaba con ella. Me imaginaba que estábamos en la playa y yo la abrazaba tiernamente. Después llegaba una ola y me despertaba. Bueno, creo que todavía estoy enamorado de ella, aunque sé que nunca se fijaría en mí. (Vuelven ellas a la acción)

CONSUELO.- Mañana tengo prueba en la U

CONSTANZA.- Estos cabros chicos van a llegar atrasados al colegio.

CATALINA.- Uyy, todavía con uniforme estos pingüinos.

CONSUELO.- Me voy a hacer una nueva perforación.

CONSTANZA.-¿Dónde, galla?

CONSUELO.- En el ombligo.

CATALINA.-¡Qué sexy!

CONSTANZA.- Vieron el nuevo labial que sacó loreal. ¡Es estupendo! Yo me voy a comprar una caja. (Suena el celular de Consuelo y de Constanza. Se van a un rincón a hablar en mutis. Queda sola Catalina y aparece el señor Tramoya vendiendo flores. Alejandro le da un empujón a Pablo para que se atreva a hablarle.)

PABLO.- Señor, señor, ¿cuánto cuesta el ramo de flores?

TRAMOYA.- Tiene muchos precios según la flor que quieras regalar.

PABLO.-El más barato. Fíjese que soy solo un estudiante. Vivo con los mil pesos que apenas me da mi madre para el día. Tengo que cargar la bip, cargar el celular, sacar fotocopias, comprar comida.

TRAMOYA.- El más barato, no, ése no es recomendable según mi jefe. Ese te dará apenas una mirada. Este que es más caro, te puede entregar todo, todo, todo. Piénsalo. Y hasta tal vez no necesites dinero para adquirirlo. Solo debes hablar con mi jefe.

PABLO.-No, deme el más barato nomás.

TRAMOYA.- Está bien (le pasa una flor pequeña y descolorida. Pablo se acerca a Catalina con timidez y justo cuando va a hablarle, sus amigas la llaman)

CONSUELO.- ¡Cata! Hay un carrete el viernes en la casa del Nico.

CONSTANZA.- Van a ir todos, ¡No podemos faltar!

CONSUELO.- Parece que ese escolar quiere hablarte.

PABLO.-Disculpa, solo quería decirte que... (Todo se detiene y Pablo comienza su monólogo) (Música monólogo Pablo) Solo quería decirte que... hace mucho tiempo que te he estado buscando. He soñado contigo todas las noches y en todos los sueños. Te he imaginado en todos mis amaneceres y he llegado a la conclusión de que estoy enamorado de ti. No puedo evitarlo. No sé lo que es. No puedo sacarte de mi cabeza. Quizás sea tu aroma, quizás sean tus ojos, quizás sea simplemente que tu sola presencia, lo es todo para mí. (Vuelven a la normalidad)

CATALINA.- ¿Qué quieres?

PABLO.- Yo solo quería regalarte esta flor porque...

CATALINA.-¿Esta flor? Pero si está toda desguañungada. Bien ordinaria tu flor. (Toma la flor, la observa y la bota) Deberías haber comprado la más cara. Ésa sí me hubiese gustado. (Se va con sus amigas. Pablo queda en el centro del escenario y cae de rodillas al suelo)

ALEJANDRO.- ¿Qué pasó compadre?

PABLO.- Ella me despreció

ALEJANDRO.- No importa, vámonos a clases. Después en el recreo nos vamos al baño y probamos eso que tienes en la mochila.

PABLO.- Y, ¿de dónde sacaste esa porquería?

ALEJANDRO.- Me la pasó el Querubín.

PABLO.- Pero ese tipo es un delincuente. Además, acostumbra a molestarme en los recreos, incluso me golpea.

ALEJANDRO.- Mejor estar en buena con el diablo que con Dios.

PABLO.- Nadie se atreve a denunciarlo y lo he visto golpear a compañeros súper débiles. Hasta les sacó sangre. Es un desgraciado. (Comienza una música estridente)

ALEJANDRO.- Parece que ahí viene.

PABLO.- Escondámonos.

(Música estridente se hace más fuerte) (Ingresa Querubín con sus dos cómplices. Uno es Mefistófeles vestido como punk y el otro es Tramoya. Ingresan al escenario simulando una danza de golpes.)

QUERUBÍN.- Nosotros somos violentos (Querubín simula ahorcar a Mefistófeles y Tramoya golpea con una cadena el suelo. Querubín se acerca al público y mira desafiante.) Ando buscando al tarado de Alejandro. ¿Lo han visto? Me debe una plata y dijo que hoy me pagaría. Son todos iguales. ¡Vayan a buscarlo! Tiene que estar en alguna parte. ¡Y ustedes! (al público) ¿Lo han visto? De seguro anda por ahí con su amiguito Pablo. ¿Lo han visto? Cuando los encuentre voy a practicar mi acto más salvaje de bullying. Lo voy a destrozar como destrozo este papel (saca una hoja y la corta en pedacitos) (Suena un timbre de colegio e ingresa la Inspectora Soledad del colegio. Los tres cambian su actitud a una actitud sumisa)

INSPECTORA SOLEDAD.- ¿Y ustedes? ¿Acaso no piensan ingresar a clases?

QUERUBÍN.- Sí, tía, si ya vamos entrando.

INSPECTORA SOLEDAD.- Y usted, ¿cómo se le ocurre botar toda esta basura en la calle? Recójala ahora mismo.

QUERUBÍN.- Sí tía, no se preocupe.

INSPECTORA SOLEDAD.- Y váyanse a clases ahora mismo, miré que ya va a sonar el timbre.

QUERUBÍN.- Sí tía, vamos al tiro.

INSPECTORA SOLEDAD.- Voy a cerrar la puerta ahora mismo, así que si alguien más quiere entrar que lo haga ahora mismo. (Aparecen Alejandro y Pablo que estaban escondidos, simulando correr.)

ALEJANDRO.- No cierre Tía Soledad.

INSPECTORA SOLEDAD.- Ah no, ustedes nuevamente. Atrasados como siempre. Se me van ahora mismo a la inspectoría ¿entendieron? ¡Ahora mismo! (Entran)

Fin del Primer Acto

SEGUNDO ACTO

(Música convulsionada) (Ingresa la Señora Pepa, va muy compungida, registra su cartera)

SEÑORA PEPA.- Con esta plata que me queda no llegó a fin de mes. Hay que pagar la luz, el agua, el Internet, el supermercado, los útiles, los libros, la comida del perro, el gas, la micro, la colegiatura, y otros gastos que nunca faltan. Voy a tener que pedir un crédito. (Aparece de repente Tramoya vestido de traje)

TRAMOYA.- ¡Señora! Yo tengo la solución perfecta para todos sus problemas. (Música de infomercial) (Comienzan a realizar un infomercial sobre el Banco Alegría. Aparecen tres modelos que son las tres amigas con C. vestidas como modelos.)

CONSTANZA.- ¿Ya no le alcanza el dinero para pagar sus cuentas?

CATALINA.- ¿Está sobregirada de su cuenta corriente?

CONSUELO.- ¿Desearía poder olvidarse de las deudas y vivir relajada?

TRAMOYA.- Pues Banco Alegría tiene la solución. Crédito directo en 96 meses con un 58 por ciento de interés que apenas se notará. Pero no se preocupe, si no tiene para pagar la cuota, nosotros ¡la perdonamos!, y puede pagar el doble el próximo mes. No importa si se endeuda con nosotros. Nosotros siempre la comprenderemos. (Las modelos se retiran)

SEÑORA PEPA.- Está bien, quiero pedir un crédito. (Tramoya la lleva a un lado más íntimo)

TRAMOYA.- ¿De cuánto dinero estamos hablando, dama?

SEÑORA PEPA.- De un millón de pesos.

TRAMOYA.- Un millón de pesos, un millón de pesos ¡Un millón de pesos! Eso es harto dinero. ¿Qué le parece si le prestamos dos millones? ¡Y la primera cuota es gratis!

SEÑORA PEPA.- Está bien, la verdad es que necesito el dinero.

TRAMOYA.- Muy bien, firmé aquí. Eso es excelente (ella firma). ¡Listo! Aquí tiene su dinero (Saca un maletín desde donde extrae un fajo de billetes). Ahora sea feliz y nosotros la esperaremos el mes subsiguiente para que venga a pagarnos. ¡Que le vaya bien señora! (Ella se retira con cara compungida. Tramoya se va al medio del escenario.)

TRAMOYA.- Listo jefe, ella cayó. (Aparece Mefistófeles)

MEFISTÓFELES.- ¿Estás seguro? ¿Firmó el contrato?

TRAMOYA.- Todo está en orden. Por los próximos diez años ella será nuestra deudora.

MEFISTÓFELES.- Bien, muy bien. Ahora solo nos falta su hijo, Pablito. Solo hay un pequeño detalle que me preocupa.

TRAMOYA.- ¿Cuál, jefe?

MEFISTÓFELES.- Esa niña que está enamorada de él. El amor puede ser muy peligroso. Nos puede echar a perder todo el plan.

TRAMOYA.- No se preocupe, jefe. Ella es inofensiva. (Burlesco) Le gusta la poesía.

MEFISTÓFELES.- ¿La poesía? (ambos ríen). Debemos convencerlo para que nos venda su alma.

TRAMOYA.- Eso no será muy difícil, ya que su vida está cada vez más complicada. Ahora mismo está en el colegio tratando de evitar que lo suspendan de clases otra vez. Mire fíjese. (Se van a un costado e ingresan Pablo, Alejandro y la Inspectora Soledad.) (Música de suspenso)

INSPECTORA SOLEDAD.- Esta debe ser como la décima vez que llegan tarde a clases.

ALEJANDRO.- Lo que pasa Inspectora Soledad es que no podíamos entrar. Llegamos temprano, pero...

INSPECTORA SOLEDAD.- No hay excusas, esta es la décima vez que llegan atrasados este año, así que voy a tener que llamar a sus apoderados, porque los vamos a suspender.

PABLO.- No, por favor, mi mamá está súper complicada económicamente, mis notas no son buenas, si usted me suspende, mi futuro se irá a la cresta.

INSPECTORA SOLEDAD.- ¿Cómo dijo? ¿Dijo acaso una palabra soez? ¿Un garabato?

PABLO.- Lo siento inspectora, no fue con intención.

INSPECTORA SOLEDAD.- No le sirve de nada pedir disculpas. Su disculpa solo agrava la falta. Vamos a llamar de inmediato a su casa porque se va suspendido. (Toma el teléfono y marca. Comienza a sonar un teléfono y aparece su madre llena de bolsas de compras corriendo a contestar al otro lado del escenario. Pablo y Alejandro retroceden apenados. La inspectora sale de escena.)

SEÑORA PEPA.- ¿Alo? Del colegio de Pablito. Sí, yo soy la mamá. ¿Qué qué hizo? No puede ser. Otra vez. Ese chiquillo mal criado, ya se las verá conmigo cuando llegue a la casa. Sí, lo voy a castigar de por vida. No se preocupe. Esto no puede ser, no puede ser. Muchas gracias por avisarme. Hasta luego. (Aparte) Pablo, Pablo ¡Pablo! ¿Qué voy a hacer contigo? (Toma las bolsas y las arroja contra el piso) ¡Maldito consumismo! Voy a tener que ir al mall nuevamente para sacarme la depresión. (Sale)

(Música de movimiento) (Retoman la acción Pablo y Alejandro caminando en el mismo lugar avanzando hacia el centro del escenario)

PABLO.- ¿Qué voy a hacer con mi vida?

ALEJANDRO.- Ah, compadre. Tómate la vida con calma. Como yo. Fíjate, cuando era niño mis papás se separaron. Recuerdo que lloré como tres días seguidos sin parar, pero después me di cuenta que llorando no iba a hacer que mis papás se pusieran en la buena, así que me olvidé del asunto.

PABLO.- ¿Te olvidaste?

ALEJANDRO.- Sí, me hacía pipí en la cama, pero era como olvidarme. Después me empecé a sacar muy malas notas en el primer colegio. Los profesores decían que tenía déficit atencional. Así que me echaron.

PABLO.- ¿Te expulsaron?

ALEJANDRO.- Sí, eso provocó una crisis en la vida de mi mamá, así que me fue a dejar donde mi papá, que como salía todos los fines de semana, me llevaba donde mi abuela, que era buena para la "rayuela corta" (hace el gesto) y me mandaba donde mi tía, que nunca tenía tiempo, así que me iba a dejar donde sus amigas, que eran medias locas. Al final terminé viviendo con mi madrina de bautizo, que era medio bruja y me obligaba a presenciar sus sesiones de espiritismo.

PABLO.- ¿Y no te daba susto?

ALEJANDRO.- Al principio sí, pero después me di cuenta que era todo un truco. En todo ese tiempo me expulsaron de cinco colegios y aquí me ves, feliz de la vida.

PABLO.- Y ahora capaz que te expulsen del sexto colegio. Capaz que nos expulsen a los dos.

ALEJANDRO.- Sí, pero no me importa, ¿qué te parece si nos fumamos un cuete?

PABLO.- ¿Qué?

ALEJANDRO.- Un cuete po compadre, de esos que tienes en la mochila.

PABLO.- Pero, nos pueden pillar. Además yo nunca lo he probado. La droga, según dice mi mamá, es lo peor que existe.

ALEJANDRO.- Da lo mismo, a mi me da todo lo mismo.

PABLO.- Pero, ¿no piensas en el futuro? ¿En las consecuencias? Mi mamá dice que...

ALEJANDRO.- Me da lo mismo lo que diga tu mamá, los adultos no comprenden. Nunca lo han hecho y por eso se mandan las tremendas cagadas y ni siquiera piensan en ti. Nunca. Nunca piensan en ti. Solo les importan ellos. Ya, date vuelta (Saca de su mochila un cigarro y lo enciende. Le da una pitada aguantando y se lo pasa a Pablo que hace lo mismo. Al cabo de unos segundos ambos sufren un ataque de tos estrepitoso.)

PABLO.- Oye, esta cuestión es asquerosa. (Música obnubilada)

ALEJANDRO.- Sí, es asquerosa, pero no más que la vida que nos ha tocado vivir, compadre. (Ambos se derrumban y quedan ahí por varios segundos. Ingresan Mefistófeles y Tramoya vestidos de policías.)

MEFISTÓFELES.- A ver, a ver, a ver, ¿qué tenemos aquí? Un par de jóvenes drogándose. ¡Deténganlos! (Tramoya los toma por la espalda y se los lleva. Se queda solo Mefistófeles, que se saca el uniforme a medias y se dirige al público.)

MEFISTÓFELES.- Ahora sí que lo tengo en mis manos. Solo basta que firme este papelito y su alma me pertenecerá, pero antes, debo hacer una pequeña travesura. (Saca un celular y llama. Aparece nuevamente la madre con bolsas de compras corriendo a contestar el teléfono)

SEÑORA PEPA.- (Antes de contestar) Ojalá sea una buena noticia, ojalá sea una buena noticia. ¿Alo? Sí, con ella, ¿qué? ¡Qué! ¡Nooo! Pablo está detenido. ¡Por consumir droga en la vía pública! (Lanza lejos las bolsas y cae desplomada en el escenario) (Música de estrépito)

Fin del segundo acto

TERCER ACTO

(Ingresa Querubín)

QUERUBÍN.- Voy a contarles un secreto. Hace unos dos o tres años atrás, conocí a un tipo extraño, que llegó a mi puerta, diciendo que era "Comprador de almas". Su nombre era Mefistófeles. Mi vida era en ese entonces un infierno. No voy a entrar en detalles, porque eso ya lo olvidé. Lo cierto es que este caballero me ofreció un trato irresistible. Si yo le vendía mi alma, él me entregaba el poder de conocer todo. La sabiduría total. Poder para controlar el pasado, el presente y futuro. Poder para comprender. Así que le vendí mi alma y ahora puedo conseguir todo lo que me proponga. Tan solo fíjense. (Ingresan Constanza, Consuelo y Catalina) (Música de superficialidad)

CONSUELO.- Ay, me saqué un 1 en la prueba de cálculo.

CONSTANZA.- La culpa debe ser del profesor, porque yo te vi estudiar.

CATALINA.- Oye, van a estrenar la nueva película de ese mijitorrico, ¿cómo se llama?

CONSUELO.- Ay sí, Tom Cruise.

CATALINA.- No, el otro.

CONSTANZA.- Leonardo Di Caprio

CATALINA.- No, ese de los ojitos de gato.

CONSUELO.- Ah, no sé cómo se llama.

CATALINA.- Pero es muy rico.

QUERUBÍN.- Disculpen señoritas, pero no pude evitar escuchar su conversación y creo saber a quien se refieren.

CATALINA.- ¿Sobre el actor?

QUERUBÍN.- Sí, es uno igualito a mí. Fíjense en mis músculos, en mis ojos, en mis manos. Me pregunto si alguna de ustedes tiene esta noche libre, y quiere acompañarme justamente al cine para ver una película romántica.

CONSUELO.- Ay, yo tengo que estudiar, pero puedo hacerme un ratito.

CONSTANZA.- Yo no tengo nada que hacer.

CATALINA.- A mí me encantaría.

QUERUBÍN.- Pues bien, vamos los cuatro, creo que puedo repartirme entre todas, aunque me gustas especialmente tú, ¿cómo te llamas?

CATALINA.- Catalina.

QUERUBÍN.- Catalina, es un nombre maravilloso. (La toma de la mano y luego la abraza. Las amigas se quedan como estatuas y comienza a sonar una música romántica que lo incita a bailar. Bailan durante segundos)

QUERUBÍN.- ¿Te gusta la música?

Me encanta.

QUERUBÍN.- A mí me encantas tú. (Todo se detiene) ¿Se fijaron? Puedo conseguir todo lo que yo quiera, ya que vendí mi alma al diablo. (Luces fuera) (Música de triunfo)

(Ingresan Pablo y Alejandro esposados. Tramoya los trae a patadas. Luego Mefistófeles vestido de negro.)

TRAMOYA.- Muy bien, se les acusa de consumo y tráfico de estupefacientes, por lo que quedarán recluidos cinco años en espera de un juicio. Además hemos llamado a su colegio, donde nos dijeron que estaban suspendidos por llegar atrasados e insultar a su inspectora Soledad. También, señor González, tengo que informarle que su madre al ser informada de su situación ha sufrido un ataque al corazón y ha fallecido.

PABLO.- ¿Qué? ¿Mi mamá? No, no puede ser.

MEFISTÓFELES.- Sí, lo siento mucho, pero ha sido por su culpa.

PABLO.- No, no es posible (Pablo llora)

MEFISTÓFELES.- Es una pena, pero solo existe una forma de que todo esto se resuelva y su vida vuelva a la normalidad.

ALEJANDRO.- Son unos desgraciados, cómo le dicen eso, además lo que hicimos no es tan malo como para que nos tengan así. Exijo justicia.

MEFISTÓFELES.- Usted cállese Alejandro, que su vida no nos interesa. Tramoya, aplique corriente. (Tramoya le da un golpe de corriente que deja inconciente a Alejandro). Ahora también, tiene a un amigo menos. Entonces, Pablo, como le decía, solo existe una forma para que su vida vuelva a la normalidad.

PABLO.- Desgraciado, ¿cuál es esa forma?

MEFISTÓFELES.- Debes venderme tu alma.

PABLO.- ¡No!

MEFISTÓFELES.- Debes venderme tu alma. Solo así podrás ser feliz.

PABLO.- Yo no quiero ser feliz, solo quiero vivir.

MEFISTÓFELES.- No te gustaría ser dueño del mundo. Vivir como te dé la gana. Hacer lo que te dé la gana. Podría hacer que tus padres volviesen a estar juntos.

PABLO.- ¿De verdad?

MEFISTÓFELES.- Sí, podría lograr que esa niña que tanto amas. ¿Cómo se llama?

PABLO.- Catalina.

MEFISTÓFELES.- Podría hacer que Catalina te amara incondicionalmente. Solo debes firmar este contrato.

PABLO.- No, no te venderé mi alma, Es lo único que tengo.

MEFISTÓFELES.- Podría hacer que tus notas en el colegio fueran todas un siete. Podría hacer que fueras feliz por siempre, con dinero, con lujos, con todo lo que siempre has querido tener. Solo debes firmar.

PABLO.- Jamás firmaré ese contrato. Eres un maldito.

MEFISTÓFELES.- Lo sé, por eso es que debo reclutar a personas como tú, con una vida miserable para que me sirvan y algún día reconquistar el sitial que me merezco. ¿Tramoya?

TRAMOYA.- Sí, jefe.

MEFISTÓFELES.- Lleve a este joven a un calabozo y al otro para que lo entierren. (Se retira furioso)

(Música de furia) (Un rato en silencio el escenario, luego se escucha la voz de Lucila)

LUCILA.- Pablo, Alejandro, ¿dónde se metieron? (Se pasea por el escenario buscándolos. Aparece la Inspectora Soledad.) Inspectora Soledad, ¿por casualidad habrá visto usted a Pablo o a Alejandro?

INSPECTORA SOLEDAD.- ¿Para qué buscas a ese par de malas influencias? De seguro te meterán en problemas.

LUCILA.- Tengo un mal presentimiento sobre ellos, como si algo les hubiese pasado.

INSPECTORA SOLEDAD.- Algo bien malo les pasó: fueron suspendidos. Además de llegar atrasados, usaron un mal vocabulario y tuve que suspenderlos. Deben estar en su casa, de seguro arrepentidos.

LUCILA.- Gracias Inspectora Soledad. (Lucila hace el gesto de irse y camina al ritmo de la música. Llega a una puerta y comienza a golpear. Como nadie sale se da cuenta que la puerta está abierta y entra.) ¡Señora Pepa! (Ingresa por el otro lado donde de ha dejado caer la Señora Pepa) ¿Qué le pasó? ¿Se siente bien?

SEÑORA PEPA.- Sí, sí, solo ha sido un desmayo.

LUCILA.- ¿Qué ha sucedido?

SEÑORA PEPA.- Primero me llamaron del colegio de Pablito y... ¿quién eres tú?

LUCILA.- Soy Lucila, una compañera de colegio de Pablo, su amiga.

SEÑORA PEPA.- Ah, como te digo me llamaron del colegio, yo había llegado recién de hacer algunas compras y me informaron que lo habían suspendido, así que tuve que ir nuevamente de compras, para sacarme la depresión. Sí, lo sé, soy una estúpida. Trato de sacarme los problemas con superficialidades.

LUCILA.- Yo no la estoy juzgando.

SEÑORA PEPA.- Y al llegar, nuevamente me llaman, pero ahora es la policía, que lo han tomado detenido por consumir drogas en la vía pública, ¿Imagínate cómo me siento? Es lo peor.

MARÍA.- Perdóneme, Señora Pepa ahora sí por el juicio, pero usted debería pensar un poco en cómo se siente Pablo. Tal vez está pensando demasiado en usted y poco en lo que a él le pasa.

SEÑORA PEPA.- Es que tú no sabes, la vida es muy dura, es todo difícil.

LUCILA.- Y, ¿no va a ir a verlo? ¿A buscarlo? Si usted no va, yo iré. (Sale la Señora Pepa y María comienza a caminar hasta llegar a una puerta, golpea insistentemente hasta que abre Tramoya.)

TRAMOYA.- ¿Qué quieres?

LUCILA.- Vengo a buscar a Pablo.

TRAMOYA.- Aquí no hay ningún Pablo, ándate a hacer tus tareas, cabra chica.

LUCILA.- Él no ha hecho nada malo, debe dejarlo salir.

TRAMOYA.- Si no te vas, voy a tener que aplicar violencia. Te llevarán detenida y pasarás años en la cárcel. Está bien, tú lo quisiste. (Ingresa Querubín abrazado a Catalina y tras ellos sus dos amigas.)

QUERUBÍN.- Miren lo que tenemos aquí, ¿si no es Lucila, la niña poetisa que le canta poemas a la luna?

LUCILA.- Sí, me encanta la poesía.

QUERUBÍN.- Y viene a buscar a Pablo, que no la pesca ni en bajada. ¡Qué triste es estar enamorado sin ser correspondido!

CATALINA.- ¡Sí! Como en las telenovelas.

CONSTANZA.- ¡Qué patético!

CONSUELO.- ¡Qué burdo!

LUCILA.- ¡Exijo ver a Pablo ahora mismo! Yo sé que no hay nada más fuerte que el amor. (Todos quedan paralizados. Ingresa Mefistófeles.)

MEFISTÓFELES.- ¿Qué dijiste? ¿Mencionaste la famosa palabra?

LUCILA.- Sí, dije amor. (Música de amor)

MEFISTÓFELES.- No debes decir eso, ¡Calla!

CATALINA.- Querubín, ¿tú me amas?

QUERUBÍN.- No ¿cómo se te ocurre?

LUCILA.- (a Mefistófeles) Amor, ¿acaso temes a esa palabra?

MEFISTÓFELES.- Sí, ¡Odio el amor! Es lo más desagradable que se ha inventado desde que yo habito estas tierras. (Música de escape) (Pablo ingresa al escenario, se ubica en el centro).

PABLO.- ¡Ya basta! Esta es mi obra de teatro, esta es mi vida, y de pronto todos se creen con el derecho a intervenir.

LUCILA.- ¿Cómo te escapaste?

PABLO.- Como dije, es mi vida y aquí yo puedo hacer lo que me dé la gana.

MEFISTÓFELES.- Entonces, véndeme tu alma.

PABLO.- Jamás, no quiero ser como Querubín que todo el mundo lo odia, porque puede hacer todo lo que quiere.

MEFISTÓFELES.- Está bien, si no quieres venderme tu alma, ya no me interesa, (a Querubín) así que Querubín, mátalo.

PABLO.- No puedes matarme, es mi obra y aquí se hace lo que yo diga. (Pablo saca la hoja en blanco que le entregó al principio y la rompe. Querubín se acerca con un cuchillo y lo entierra en el estómago de Pablo. Cae desplomado.) (Música desoladora)

MEFISTÓFELES.- No mi querido Pablo, aquí se hace lo que yo diga y lo que yo quiera. Ahora ya no me sirves para nada. Quédate con tu amigo perdedor, con tu madre endeudada y tu enamorada inservible.

LUCILA.- ¡Eres un maldito! ¡Lo mataste! ¡Pablo! No te puedes morir. No puede ser este el final. Tú dijiste que podías escribirlo y si me dejas, yo lo escribo para ti. (Se retiran todos, queda solo la pareja. Ella solloza durante un rato. Lo sostiene en sus piernas.) Pablo no puedes dejar que gane Mefistófeles. Fuiste tan fuerte como para no vender tu alma al diablo, ¿por qué no puedes ser fuerte para luchar por tu vida?

PABLO.- Dame una razón.

LUCILA.- Te amo. (Acerca su rostro y lo besa). (Música romántica)

PABLO.- Esa es una buena razón. (Se pone de pie repentinamente, y tras él aparece su madre y Alejandro.)

PABLO.- Yo creo que esta es una buena lección para aprender.

ALEJANDRO.- ¿No llegar tarde a clases?

PABLO.- No.

SEÑORA PEPA.- ¿No ir de compras ni endeudarse?

PABLO.- No, cada uno es capaz de controlar su propia vida y a pesar de los errores, siempre podemos ser mejores si existe amor. (Música final. Se abrazan todos y salen.)

TELÓN



Noviembre de 2012

© 2020 Me moría en la memoria. Todos los derechos reservados.
Creado con Webnode
¡Crea tu página web gratis! Esta página web fue creada con Webnode. Crea tu propia web gratis hoy mismo! Comenzar