Clase
15.02.2020

Era mi primer día, mas no el de ellos. Entré lento a la sala de clases sin culparlos por no verme, a veces ni yo me aprecio bien en los espejos. Pero ellos estaban absortos en sus celulares. Para iniciar la clase, puse en práctica un viejo truco que me enseñó un profesor normalista y dejé caer con toda su fuerza EL LIBRO sobre mi mesa. Sonó tan fuerte que rompió la madera, traspasó el piso y originó un cráter desde donde hasta se pudo apreciar el centro de la tierra.
